EVALUACIÓN DE ACUERDO AL PEP 2004

FINALIDAD Y FUNCIÓN DE LA EVALUACIÓN

 

    La evaluación del aprendizaje es un proceso que consiste en comparar o valorar lo que los niños

conocen y saben hacer, sus competencias, respecto a su situación al comenzar un ciclo escolar,

un periodo de trabajo o una secuencia de actividades, y respecto a las metas o propósitos

establecidos en el programa educativo de cada nivel; esta valoración –emisión de un juicio– se

basa en la información que la educadora recoge, organiza e interpreta en diversos momentos

del trabajo diario y a lo largo de un ciclo escolar.

    En la educación preescolar la evaluación tiene tres finalidades principales, estrechamente

relacionadas:

•     Constatar los aprendizajes de los alumnos y las alumnas –sus logros y las dificultades que manifiestan para alcanzar las competencias señaladas en el conjunto

de los campos formativos– como uno de los criterios para diseñar actividades

adecuadas a sus características, situación y necesidades de aprendizaje.

•     Identificar los factores que influyen o afectan el aprendizaje de los alumnos y las

alumnas, incluyendo la práctica docente y las condiciones en que ocurre el trabajo educativo, como base para valorar su pertinencia o su modificación.

•     Mejorar –con base en los datos anteriores– la acción educativa de la escuela, la

cual incluye el trabajo docente y otros aspectos del proceso escolar.

¿QUÉ EVALUAR?

 

El aprendizaje de los alumnos

La constatación periódica de los avances de cada niña y cada niño en relación con los propósitos

fundamentales y las competencias incluidas en los campos formativos es el objetivo principal de

la evaluación, pero ésta no se reduce a ello.

Los parámetros para evaluar el aprendizaje son las competencias establecidas en cada uno

de los campos formativos, que constituyen la expresión concreta de los propósitos fundamentales;

las acciones en las que estas competencias pueden manifestarse (incluidas en la columna

contigüa a cada competencia) permiten precisar y también registrar los avances de los niños.

 

El proceso educativo en el grupo y la organización del aula

El aprendizaje es un logro individual, pero el proceso para aprender se realiza principalmente

en relación con los demás; el funcionamiento del grupo escolar ejerce una influencia muy

importante en el aprendizaje de cada niña y cada niño: las relaciones que se establecen entre

ellos en el transcurso de la jornada y el papel que desempeña cada uno en el grupo, la forma

de organización de las actividades (individuales, en pequeños grupos o colectivas) y las oportunidades de participación real con que cuentan, la influencia que la intervención de la educadora

ejerce en el ambiente del aula y su interacción con los alumnos, las reglas de trabajo y relación,

constituyen un ambiente –un clima– que influye en las oportunidades de aprendizaje, por eso

deben ser revisados como probable fuente de obstáculos o posibilidades para el mejoramiento del aprendizaje. De igual manera conviene revisar otro tipo de factores relativos a la organización

del aula: el uso del tiempo, la organización de los espacios, la disposición y el aprovechamiento de

los materiales de trabajo.

 

La práctica docente

La intervención educativa, como ya se ha señalado antes, desempeña un papel clave en el

aprendizaje de los alumnos. En los hechos la educadora, con base en su formación, en tradiciones pedagógicas o en sus concepciones –explícitas o implícitas— acerca de lo que considera

importante que los niños y las niñas aprendan, o respecto a cómo aprenden y, en consecuencia, a las actividades que deben realizar, toma muchas decisiones antes y durante la jornada

escolar, que le imprimen características particulares al trabajo educativo. Además de ello, influyen en el trabajo las características personales, el estilo docente, y las formas de trato y de

comunicación con los alumnos.

 

 

 

 

La organización y el funcionamiento de la escuela,

incluyendo la relación con las familias de los alumnos

La formación de los niños no es sólo responsabilidad de la educadora, se trata de una tarea

compartida entre el colectivo docente de la escuela. La experiencia escolar de los alumnos no

transcurre sólo en el aula sino en el conjunto de los espacios escolares; en esos espacios conviven

y también aprenden formas de relación, actitudes y valores. Por otra parte, la organización, el

funcionamiento y las tradiciones escolares influyen también en el desempeño docente.

Por estas razones –teniendo como referente los logros de aprendizaje y las dificultades que

enfrentan los alumnos– es necesario revisar aspectos de la organización y del funcionamiento de

la escuela que influyen en el proceso educativo: prioridades reales de la escuela, cumplimiento

de las responsabilidades profesionales, relaciones entre el personal docente, ejercicio de la función directiva, uso del tiempo escolar, y la relación que se establece con las familias de los

alumnos (formas de comunicación, tipo de acciones en que se les involucra, orientaciones que

se les ofrecen, etcétera). En este rubro debe incluirse también la revisión periódica de las condiciones, la organización y los usos de los espacios escolares.

 

¿QUIÉNES EVALÚAN?

El resultado del proceso de evaluación son los juicios que los agentes responsables de la

misma emiten respecto a las distintas cuestiones que han sido revisadas. Si bien esos juicios

se basan en el análisis y la interpretación de la información disponible, incluyen también la

perspectiva personal, es decir, constituyen una interpretación subjetiva. Por ello es importante

que en la evaluación del aprendizaje y de otros aspectos de la vida escolar se integre la

opinión de los principales destinatarios del servicio educativo (niñas, niños, madres y padres

de familia) y la de los colegas (docentes de otros grupos, de educación física, de música,

especialistas de apoyo). Cada uno puede aportar puntos de vista desde el lugar que ocupa en

el proceso; así las conclusiones obtenidas en la evaluación pueden ser más objetivas, más

cercanas a la realidad.

• La función de la educadora

Por el papel clave que ocupa en el proceso educativo, por su conocimiento de los alumnos, producto de su interacción constante con ellos y porque es quien diseña, organiza, coordina y da

seguimiento a las actividades educativas en el grupo, es la educadora quien más se percata de su

evolución en el dominio de las competencias, de las dificultades que enfrentan, y de sus posibilidades de aprendizaje. El registro de estas cuestiones, la recolección de evidencias, las notas

sobre el desarrollo de las actividades al final de la jornada de trabajo o acerca de algunos niños

constituyen la fuente de información para valorar, a lo largo de un periodo escolar, cómo inició

cada alumno y cómo ha evolucionado en sus aprendizajes, pero también para evaluar y mejorar continuamente el trabajo docente.

La participación de los niños en la evaluación

Las niñas y los niños pequeños reflexionan sobre sus propias capacidades y logros; lo hacen

durante el proceso educativo, en los momentos y las situaciones en que experimentan sensaciones de éxito o cuando identifican dónde y en qué se equivocan; asimismo, se forman opiniones acerca de las actividades en que participan durante la jornada de trabajo.

Las valoraciones que hacen tanto de la intervención docente como sobre su propio aprendizaje se expresan en los momentos en que se realizan las actividades e inmediatamente al

término de las mismas; es entonces cuando pueden hablar acerca de cómo se sintieron, qué les

gustó o no, por qué pudieron o no realizarlas, qué se les dificultó, etcétera. Escuchar y tomar en

cuenta sus apreciaciones es una manera de favorecer sus capacidades de expresión oral, argumentación y participación en el grupo, pero también de obtener información que dé lugar a la

revisión de las formas de trabajo empleadas para identificar las adecuaciones necesarias.

La participación de los niños en la evaluación –además de aportar información valiosa–

propicia que ellos, paulatinamente, tomen conciencia acerca de qué y cómo aprenden, lo cual

es parte de las competencias a promover en la educación preescolar.

La participación de las madres y los padres de familia

El logro de los propósitos de la educación preescolar requiere de la colaboración entre la escuela

y las madres y los padres de familia; una condición de la colaboración es la existencia de propó-

sitos comunes, para lo cual es importante promover una intensa comunicación de la escuela con

las familias respecto a los propósitos y tipos de actividades que se realizan en ella. Pero al mismo

tiempo es necesario establecer la apertura para escuchar y atender las opiniones de las madres y

los padres respecto al trabajo docente y la escuela. El proceso de evaluación es una oportunidad

para favorecer la comunicación escuela-padres.

Escuchar las opiniones de los padres de familia sobre los avances que identifican en sus

hijos, así como las opiniones que éstos externan en su casa respecto al trabajo que realizan con

su maestra o sus impresiones a partir de lo que observan que sucede en el Jardín de Niños, es

también fundamental para revisar las formas de funcionamiento de la escuela y el trabajo

educativo en el aula. Su participación en los procesos de evaluación permitirá establecer acuerdos y principios de relación y colaboración, por ejemplo, en cuanto a ciertos ámbitos (afectivo

y de relaciones interpersonales, comunicación, formas de expresión, entre otros) en los cuales

los niños, (según el caso), requieren un soporte específico de la familia para continuar avanzando

en la escuela.

La participación del personal directivo del centro o zona escolar

Entre las funciones centrales de las autoridades escolares (dirección de escuela o supervisión

de zona) se encuentran: asegurar las condiciones para el desarrollo adecuado del trabajo

educativo, coordinar el trabajo docente en torno a los propósitos fundamentales y promover la

colaboración profesional. Por esta razón la dirección de la escuela y la supervisión de zona son

también agentes de evaluación; por la propia naturaleza de su tarea les corresponde promover

y coordinar la evaluación periódica del Jardín de Niños.

En la evaluación del centro escolar el referente principal es la misión de la educación preescolar. La base para que el personal directivo colabore en la evaluación es el conocimiento profundo de los propósitos del programa educativo, así como de sus implicaciones en el aprendizaje de los niños y en la práctica docente.

¿CUÁNDO EVALUAR?

En este programa se centra el interés en las capacidades de los niños, en la variedad de formas en

que estas capacidades se manifiestan y en los diversos niveles de dominio que de ellas

pueden existir entre niñas o niños de una misma edad. Los avances que logran los alumnos en

cada una de estas competencias se manifiestan al actuar en situaciones reales de la vida

escolar o extraescolar; por esta razón es necesario subrayar que la evaluación del aprendizaje es continua: al observar su participación en las actividades, las relaciones que establecen

con sus compañeros, al escuchar sus opiniones y propuestas, la educadora puede percatarse

de logros, dificultades y necesidades de apoyo específico de los pequeños. Se aspira a que

asuma una actitud de alerta constante hacia lo que pasa con los preescolares y su aprendizaje,

lo que posibilitará la puesta en práctica de mejores estrategias y decisiones educativas.

Esta idea no excluye la necesidad de realizar una valoración más específica al cabo de ciertos

periodos, en la cual se sintetice la información disponible acerca de los logros  y las dificultades de cada alumno. En esos momentos quizá sea necesario realizar actividades específicas

con algunos de ellos para disponer de más información. Con el fin de indagar cómo actúan en

situaciones concretas y cómo resuelven los problemas que se les presentan, habrá que asegurarse de que comprendan las instrucciones y de que se sientan en confianza para lograrlo; la

valoración de los logros destacará, sobre todo, los avances en relación con su situación anterior

y no en función de criterios generales u homogéneos que pueden resultar arbitrarios.

Entre los momentos o periodos específicos de evaluación se encuentran la evaluación al

principio del ciclo escolar y al final del mismo:

• La evaluación o diagnóstico inicial, como ya se ha señalado antes, es el punto de

partida para organizar el trabajo a lo largo del año escolar, establecer cierta secuencia para el tratamiento de las competencias y distinguir necesidades específicas de los alumnos, entre otras acciones; las orientaciones al respecto se apuntan

en el apartado “La organización del trabajo docente durante el año escolar”.

• Al final del año escolar es indispensable realizar un recuento acerca de los logros,

los avances y las limitaciones en la formación de los pequeños, así como de las

probables causas y situaciones que los generaron. Este balance posibilitará contar

con información valiosa acerca de lo que saben, conocen, hacen y son los niños

y las niñas al concluir un año de preescolar o el nivel educativo; asimismo aportará información a la educadora del grado o nivel siguiente, para que ésta la aproveche en las previsiones de trabajo para el ciclo escolar.

¿CÓMO RECOPILAR Y ORGANIZAR LA INFORMACIÓN?

La observación atenta de los alumnos y del trabajo que realizan, el diálogo con ellos y con los

padres de familia, y la entrevista son los principales medios para obtener la información en que

se basa la evaluación.

La principal fuente de información es el desarrollo de la jornada escolar; ello significa que

mientras la educadora trabaja con los niños y, por tanto, se concentra en generar su interés, en

atender a sus preguntas o argumentos, es cuando puede observar las manifestaciones de sus

competencias, cuyo desarrollo es el objetivo de la educación preescolar. Estos hechos ocurren

simultáneamente, y pueden dificultar el registro y la posterior organización de la información.

Con el propósito de contribuir a facilitar esta tarea, a continuación se propone una serie de

instrumentos agrupados en los siguientes rubros: el expediente personal del niño y el diario de la

educadora.

El expediente personal del niño

Ante la necesidad de contar con información diversa y sustancial sobre el aprendizaje de los

alumnos, se propone la integración de un expediente personal, en el cual la educadora reporte

y reúna información valiosa acerca de cada niño y cada niña, evidencias de hechos importantes

de su historia personal. Para responder a tal fin, el expediente contendrá los siguientes instrumentos: ficha de inscripción y fotocopia del acta de nacimiento; entrevistas con la madre, el padre

o el tutor; notas acerca de los logros, los avances y las dificultades del proceso de aprendizaje de la alumna o el alumno; entrevista con ellos; recopilación de sus trabajos y, en los casos de

alumnos con necesidades educativas especiales, la evaluación psicopedagógica.

El expediente que se elabora de cada niño y cada niña al ingresar al nivel preescolar, podrá

ser una herramienta de apoyo y orientación para quienes son responsables de su educación, ya

que contendrá información fundamental acerca de quiénes son y qué avances tienen.

Es conveniente precisar que cada educadora o grupo de educadoras podrán decidir la forma de

organizar los expedientes del grupo y de la escuela. En todo caso se evitará imponer formas

específicas; los asesores y las autoridades educativas ofrecerán sugerencias y orientaciones

para un mejor manejo de los expedientes personales y de los instrumentos de registro y, sobre

todo, para su aprovechamiento.

1. Ficha de inscripción y fotocopia del acta de nacimiento

Estos documentos contienen datos personales del alumno. Es conveniente que en la ficha de

inscripción se solicite información relativa a aquellos aspectos de la salud de los niños sobre los que

hay que tener especial cuidado, por ejemplo, los casos de alergias y medicamentos prohibidos.

2. Entrevistas con la madre, con el padre o con el tutor del alumno

La entrevista inicial tiene como propósito recoger y aprovechar el saber de cada familia acerca

del niño respecto a: cómo es, qué se le dificulta, qué le interesa, cómo se relaciona con los

adultos y con otros niños, y respecto a las condiciones en que vive y se desenvuelve, las cuales

resultan significativas para comprender sus formas de interactuar con el mundo y tienen significado en el contexto de la tarea escolar.

La entrevista de la educadora con los padres o tutores de los alumnos es también un recurso

para la construcción de un vínculo de comprensión y colaboración entre docentes y padres,

hecho que contribuye a establecer mayor coherencia en la intervención de los adultos en la

educación infantil.

Para realizar la entrevistas es necesario tener en cuenta que el primer encuentro con las

madres y los padres de familia es una oportunidad para establecer relaciones cordiales, que

permitan la comunicación constante con ellos; es, entonces, muy importante que perciban

que la información que aporten será de utilidad en la educación de su hijo. La confianza que

logre la educadora en este encuentro será fundamental para lograr la participación de las

familias en el trabajo escolar.

3. Logros y dificultades del alumno

Como parte de la tarea educativa, es necesario que la educadora registre los logros y las

dificultades de los alumnos en el desarrollo de las competencias, para lo cual será necesario

contar con información “clave”; es decir, no se requiere una descripción pormenorizada, sino

señalar situaciones específicas en las que esos logros o dificultades se manifiestan, así como el

apoyo que los niños necesitan para avanzar.

Para el registro también conviene centrar la atención en los siguientes rasgos: ¿el alumno se

concentra en las actividades?, ¿cómo reacciona ante situaciones difíciles que se le presentan?,

¿en qué momentos solicita ayuda?, ¿explora alternativas?, entre otros.

4. La entrevista al alumno o a la alumna

Además de las opiniones que expresan durante el desarrollo de las actividades, es necesario

buscar momentos para escuchar a cada niño o niña con el fin de conocer sus expectativas y

necesidades, la percepción que tienen de sí mismos, las oportunidades que tienen en casa y las

situaciones que viven como fuente de insatisfacción o angustia, la relación con sus padres y

hermanos, etcétera. Si no se dispone de suficiente información acerca de su situación en la

escuela, la entrevista también puede abarcar estos aspectos: relación con compañeros, y lo que

le gusta o disgusta de las actividades o de la conducción de la maestra.

De la entrevista inicial sobre su vida en la familia puede obtenerse información que indique

la existencia de problemas graves que requieren el diálogo inmediato con la madre o el padre

o la canalización hacia instituciones que ofrecen atención especializada. Así la escuela ejercería

su papel como institución de apoyo al desarrollo sano y equilibrado de los niños.

Para conocer la opinión de los niños es necesario, a través de actitudes y palabras, ganar su

confianza, alentarlos, hacerles notar que serán escuchados y tomados en cuenta. Es conveniente plantearles preguntas y darles pistas que les ayuden a expresar sus opiniones, hasta que

se logre fluidez en el diálogo; durante éste es necesario prestar atención no sólo a las palabras

sino al lenguaje gestual y corporal. No siempre la entrevista se logra en el primer intento;

cuando los niños no estén en disposición de expresarse es prudente posponerla para otro

momento más adecuado.

Lo ideal es dialogar individualmente en un determinado periodo de tiempo; es posible que

de la observación del trabajo se derive la necesidad de prestar atención más frecuente a algunos alumnos, tomar esta decisión implica comenzar a atender las diferencias individuales.

5. Trabajos de los alumnos

Los trabajos que elaboran los alumnos son evidencias valiosas de su aprendizaje. Incorporarlos

a un expediente personal permite observar los avances que su autor manifiesta en su desarrollo a lo largo del ciclo escolar; conviene incluir evidencias que refieran al trabajo en distintos

campos formativos. En cada trabajo deben anotarse datos de identificación (nombre, fecha de

realización) y un comentario breve de las circunstancias en que se realizaron o de los progresos

alcanzados por el alumno.

6. Evaluación psicopedagógica

La evaluación psicopedagógica se realiza a los menores con necesidades educativas especiales

de manera interdisciplinaria, con la participación de la educadora, el personal de educación

especial y los padres de familia o tutores. En estos casos, al expediente personal del niño se

integrarán las valoraciones y evaluaciones que hace el personal especializado y de apoyo de los

CAPEP, USAER, CAM (u otros centros equivalentes) que apoyan la educación regular. La aplicación

de pruebas formales y estandarizadas será realizada, exclusivamente, por parte de personal de

las áreas especializadas de los centros de apoyo a la educación regular.

Al expediente de estos niños pueden incluirse informes médicos y cualquier otro documento

que los profesionales involucrados consideren pertinente.

Además de la evaluación regular de las competencias de los campos formativos y de la

evaluación psicopedagógica, la atención a estos pequeños requiere también considerar espe-

cialmente cómo influyen en sus procesos de desarrollo y aprendizaje los siguientes aspectos: el

contexto del aula y la escuela, el contexto social y familiar, sus intereses y motivación para

aprender.

En los casos en que no se cuente con personal especializado de los CAPEP, USAER o CAM, el

Consejo Técnico Consultivo de cada plantel determinará las características de una evaluación

general que permita conocer las capacidades del alumno, para lo cual es necesario apoyarse

en información especializada de las instituciones que lo hayan tratado y en aquélla proporcionada por los padres de familia. La finalidad de esta evaluación es definir estrategias adecuadas

para su atención.